Llegamos
al centro y lo recorrimos casi entero,después nos fuimos hacia la
playa e hicimos lo mismo, íbamos caminando por el paseo marítimo
cuando sonó mi móvil.
-
Hola mamá – dije.
-
Hola Elisa, ¿vienes a comer?
-
No sé mamá, ¿qué hay?
-
Hay paella, ¿si quieres le dices a Patt que se venga también?
-
A Patt y a su madre, que ha venido de sorpresa.
-
Ah pues mejor.
-
Espera que les pregunto.
Me
aparté el móvil del oído y les pregunté.
-
¿Queréis comer paella de mi madre?
-
Vale - dijeron las dos a la vez.
-
Pues vamos para mi casa.
Me
volví a poner el móvil en la oreja.
-
Mamá que sí, vamos para casa.
-
Vale, adiós.
-
Adiós.
Guardé
el móvil y nos dirigimos a la parada más cercana, llegamos y el bus
vino enseguida, subimos y Patt y Mireia se sentaron en dos asientos
libres, yo me quedé de pie.
-
Elisa, ¿seguro que no quieres sentarte tú? - me dijo Patt.
-
No, estoy acostumbrada a ir de pie – respondí.
-
Eres cabezota eh – me dijo con una sonrisa.
-
Mucho – respondí yo.
Tenía
ganas de besarla, pero no podía estando su madre delante, me
encantaría que se lo dijera, que pudiera besarla sin miedo a que nos
pillen, abrazarla por detrás de sorpresa, unirnos en una, me encanta
ella, pero estando su madre somos amigas.
Nos
bajemos del bus y caminemos hacia mi casa, cuando llegamos mi madre
nos abrió.
-
Mamá esta es Mireia la madre de Patt, Mireia esta es mi madre Amelia
– dije yo.
-
Encantada - dijo mi madre. Y se dieron dos besos.
-
Igualmente – dijo Mireia.
Puse
la mesa y nos sentemos, yo me senté junto a Patt y mi madre a lado
de Mireia, mientras comíamos mi madre y Mireia hablaban.
-
¿Cómo que ha venido a Málaga? - preguntó mi madre.
-
Pues que estaba en el trabajo y me dije, ¿y porque no me voy unos
días de vacaciones?, hice la - maleta y cogí el primer tren que
venía hacia Málaga – explico Mireia.
-
¿Y has cerrado la papelería? - volvió a preguntar mi madre.
-
Sí, unos días – respondió Mireia.
-
Aquí haría falta una papelería, mamá montemos una papelería –
dije yo.
-
Pues no creas que no lo e pensando hija, así sacaríamos un dinero
extra – dijo mi madre.
Terminamos
de comer y mi madre hizo café para ella y para Mireia, yo y Patt nos
fuimos hacía mi cuerto.
-
¿Patt porque no le cuentas a tu madre que estas conmigo? - le
pregunté.
-
Es difícil cielo, no sé como le sentará.
-
Mira a la mía le sentó bien, ¿a la tuya porque le iba a sentar
mal?
-
Mi madre es rara y lo sabes, pero se lo voy a contar.
-
Bien cariño, así podré besarte cuando quiera sin miedo a que nos
pillen – le dije con una sonrisa.
Me
empezó a besar, echándome hacia tras en la cama, quedando ella
sobre mi en la cama, no quería que parara, me besaba por el cuello,
las mejillas, la frente. Mi madre pegó en la puerta y abrió,
rápidamente nos separamos y mi madre pasó.
-
¿Patt quieres café? - preguntó mi madre.
-
Vale, vamos ahora vamos – respondió Patt.
Mi
madre salió del cuerto.
Venga
vamos pequeña, que luego se lo digo a mi madre – dijo Patt.
Vale,
la mía ya lo sabe así que no importa si nos ve – dije.
Salimos
de mi habitación y volvimos a la cocina. Allí estaba Mireia y mi
madre hablando muy tranquilamente, como si de dos amigas de toda la
vida se tratara, estaban muy sonrientes.
Hacía
tiempo que no veía a mi madre tan feliz, tan sonriente, me encanta
verla así. Todo parecía ir bien, ya no había secreto entre
nosotras y así todo iría mejor en mi vida.
Nos
sentamos y mi madre le puso un café a Patt con un poco de leche y
azúcar, yo tomé un zumo. Nos tiremos allí sentadas casi toda la
tarde, hablando sobre muchas cosas, conociéndonos. Patt y yo
estábamos felices juntas, no quería que se fuera, mi cabeza estaba
buscando la forma de que Patt se quedara, pero era difícil, porque
no se si ella quería quedarse junto a mi o volver a su casa, a su
vida, su mundo.
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